TU TIEMPO DE ROMPIMIENTO



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ios ha desatado una violencia poderosa para traer un rompimiento en la vida personal, en las ciudades y en las naciones.
La palabra rompimiento tiene que ver con hacer una brecha, con hacer una rotura, y la palabra brecha en el diccionario quiere decir: hacer brecha en algo, dar los primeros pasos en algo que necesitas alcanzar, algún tipo de resistencia, perseguir a alguien hasta derribarlo.

La Biblia dice que nos sometamos a Dios y que resistamos al enemigo y él huira de nosotros; necesitas hacerle resistencia al enemigo. Dios quiere soltar en nuestras vidas, una unción de rompimiento que abra brecha donde se necesita abrir brecha, una unción para romper y vencer al enemigo, se va soltar sobre tu vida esa habilidad y capacidad de hacerle resistencia a tu enemigo. Cuando hablamos de lo que es abrir brecha o romper, eso tiene que ver con quebrar el todo y volverlo en pedazos, separar con violencia las partes de un todo, pero también tiene que ver con traspasar los límites, con interrumpir la continuidad.

Hay gente que tiene ciclos en su vida que han sido continuos, hay gente que cíclicamente está cayendo en lo mismo, pero tú determinas cuando entiendes que es el tiempo que eso se termine. La voluntad de Dios no es que cíclicamente nos estemos enfermando, que te estés deprimiendo, esos son ciclos que han sido continuos que se tienen que quebrantar en tu vida, tienes que romper con esos ciclos en tu vida. Rompimiento tiene que ver con abrir espacios suficiente para pasar a un lugar que ha estado ocupado; yo no sé qué lugares que te pertenecen a ti el enemigo los ha tenido ocupados; tu sabes que el Padre ya te los dio y el enemigo todavía los tiene ocupados pero tú te tienes que levantar y romper toda barrera para entrar al lugar que el enemigo había usurpado.

Hay gente que está atada, hay gente que ayuna, gente que ora pero que sigue atada, esa no es la voluntad de Dios; la voluntad de Dios no es que estés atado a espíritus de opresión. Hay gente que ha estado sentada por mucho tiempo y has estado cómodo, pero hay un viento que te está diciendo que es hora de alumbramiento, es hora de rompimiento, y te empiezas a cansar de aquello a lo cual habías estado acostumbrado por años, aquello a lo cual creciste y que estuviste acostumbrado. Para Israel, Egipto fue su vientre durante 430 años y por todo ese tiempo ellos estuvieron adormecidos, limitados, viviendo una vida de esclavitud, pero cuando llegó la hora del rompimiento, ellos comenzaron a sentirse incómodos y a sentir que ya no soportaban Egipto, ellos supieron que era el tiempo de salir hacia lo nuevo, de experimentar nuevas cosas para ellos y por eso dice la escritura que ellos comenzaron a clamar.

Dice la escritura que cuando nace José, Jacob comienza a sentirse cansado de la opresión de Labán. José quiere decir vara fructífera y representa un tiempo de producción, un cambio para la vida de Jacob, pero para que se produjera ese cambio y Dios cumpliera lo que tenía que hacer con la vida de Jacob, éste tenía que tomar una decisión, y la decisión era de romper con aquello que había sido continuo en los últimos años de su vida, estar bajo la opresión y estar bajo una esclavitad de Labán su suegro, y él se levanta y dice ¡hasta aquí! Eso comienza a pasar en tu vida cuando entiendes que es el tiempo de que Dios te está diciendo que hay algo nuevo para ti, tu comienzas a decir ¡hasta aquí! te empiezas a cansar de la estrechez y te comienzas a sentir harto de la opresión, sientes que eso ya no es para ti, sientes que aquello a lo cual estuviste acostumbrado no es para ti.


Cuando tú decides cambiar y romper con los ciclos de tu vida, cuando decides que haya un rompimiento hacia aquello a lo cual Dios te ha mostrado, cuando hablamos de un rompimiento tiene que ver con una violencia que te hace traspasar hacia aquel lugar donde nunca habías entrado, y lógicamente tiene que ver con un lugar espacioso, un lugar de ensanchamiento. Rompimiento tiene que ver con el lugar a donde nunca fuiste, cuando hay un rompimiento en tu vida jamás llegarás al lugar donde ya habías estado, sino que llegarás a un estado que superará al primero, será algo mejor, algo mayor que nunca antes habías experimentado.

Cuando Israel supo que ya era la hora de su rompimiento y empezaron a clamar a Dios, y empezaron a decidirse salir de ese estado de esclavitud del que estaban, Faraón los oprimía más, y empezaron a oprimir a los capataces que les habían puesto sobre los judíos, y les obligaban a trabajar más. En el estado en que te encuentras cuando tú dices hasta aquí, y dices: no acepto más la limitación financiera en mi vida, yo no acepto la deuda, yo no acepto la escasez, yo no acepto la ruina, yo no acepto la enfermedad; cuando tomas una decisión y te paras firme, no te extrañes que tu enemigo se levantará con mayor fuerza, porque le duele que le llegue la hora de su desalojo.
El enemigo ya recibió una orden de desalojo y el hará sus últimos aletazos y dará sus últimos rugidos, pero cuando el enemigo te ruja, ruje más fuerte, el rugido que está en ti es mayor que el que está en él.

Dios está enviando la voz profética para decirle a la iglesia de Jesucristo que este es tiempo de rompimiento y es tiempo donde la iglesia va a conquistar y poseer todo lo que Dios le ha dado, este es el tiempo donde la voz profética está declarando a la iglesia de Jesucristo diciendo que es el tiempo de tomar y poseer, tiempo de conquista.

“Y siendo arrebatada la nave, y no pudiendo poner proa al viento, nos abandonamos a él y nos dejamos llevar.”
Hechos 27:15

“A la noche siguiente se le presentó el Señor y le dijo: Ten ánimo, Pablo, pues como has testificado de mí en Jerusalén, así es necesario que testifiques también en Roma.”
Hechos 23:11

Estamos en tiempo de gran tempestad, pero en medio de este tiempo todavía Cristo sana, salva, bautiza y viene otra vez. Lo que parece ser la derrota más grande de la iglesia será la victoria más grande del ministerio y nuestro país.
Pablo iba hacia a Roma como un prisionero y ante la vista de todos parecería que estaba perdiendo y su ministerio iba camino abajo.  Muchos pensaron que ya no podría ni predicar más, lo que no sabían era que iba camino a Roma por un mandato de Dios.
El enemigo no ataca por las tonterías que hayamos hecho sino por las cosas gloriosas que estamos  a punto de hacer.

Venga lo que venga vamos a llegar a Roma. Veremos el cumplimiento de todas las promesas que Dios ha desatado sobre nuestras vidas.

“Y una vez subido a bordo, usaron de refuerzos para ceñir la nave; y teniendo temor de dar en la Sirte, arriaron las velas y quedaron a la deriva.”
Hechos 27:17

Por temor pensaron que era mejor ser guiados por la tormenta que por el destino.  El temor es el enemigo de la fe, nos detiene prematuramente antes de llegar a nuestro destino. Dios no nos dio espíritu de temor sino de poder, amor y dominio propio. Lo que nos guía no es la tormenta ni la tempestad sino lo que Dios ya ha hecho a favor de nosotros.  NO podemos bajar el ancla hasta que lleguemos a nuestro destino.  ¡Lo que Dios tiene para nosotros es grande!

Aunque la tormenta nos atrape el destino final es Roma.
José tuvo que pasar por el pozo para llegar al palacio.  Los hebreos tuvieron que pasar por el desierto para llegar a la tierra prometida.  Jonás estuvo en la boca de un gran pez, Daniel estuvo en el foso de los leones, Jesús fue crucificado.

Ninguno de ellos se quedó en el lugar de tormento, todos obtuvieron la victoria.  Al igual que ellos nosotros también llegaremos a la meta que Dios tiene para nosotros.
Ni Sadrac, Mesac ni Abednego vieron al cuarto hombre mientras estuvieron en el horno de fuego. El primero que vio al cuarto hombre fue el rey.  No importa que no veamos a Dios en medio de lo que estamos pasando, lo que importa es que el diablo y el infierno puedan ver a Dios en la situación.  Aún sin nosotros poder verlo él está con nosotros como Poderoso gigante.

“Porque ciertamente hay fin, y tu esperanza no será cortada.” 

Proverbios 23:18

Lo que pudimos haber perdido será reemplazado con algo mejor.
No moriremos hasta que veamos con nuestros ojos el cumplimiento de todas las promesas que Dios ha puesto sobre nosotros.

“No moriré, sino que viviré, y contaré las obras de Jehová.”

Salmos 118:17

En ocasiones tendremos que dejar ir nuestros salvavidas personales y decirle a Dios “Es contigo o nada”
El silencio no es una opción.  No podemos estar viviendo un cristianismo cómodo, somos lo que toleramos.  La complacencia de hoy es la cautividad de mañana.
Es tiempo de declarar y decretar que Cristo es el camino, la verdad, la vida y no hay otro como él.

La palabra de Dios es más grande que la derrota de nuestras vidas.
La alabanza no tiene que ver con el contexto ético ni cultural.  El tamaño de nuestra alabanza está directamente proporcionado al tamaño del infierno de donde Dios nos sacó.
Estamos atravesando un momento de crisis porque estamos muy cerca de ver lo que nunca habíamos visto.  Veremos la gloria de Dios manifestarse en nuestra vida, ministerio y familia como nunca antes.

Tal vez perdamos nuestra embarcación en el camino pero nunca perderemos nuestra promesa. Con o sin embarcación lo lograremos.  Tenemos una palabra que nos hará llegar a nuestro destino para predicar la palabra de Dios y cambiar el mundo.
¡Esto no se ha acabado, apenas está comenzando!
La temporada de estar atrapado y estancado termina hoy, se desata lo que Dios ha prometido.  






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